miércoles, 28 de enero de 2015

Quitarnos la capa


Yo siempre le digo lo mismo: las filólogas nunca duermen. Se ríe porque la que no duerme, cuando le dan los ataques de insomnio, es ella. 

No dormimos las filólogas porque hasta en sueños aparecen palabras y se retuercen y hasta se inventan, y porque una buena filóloga siempre está de guardia, por si algún refrán o alguna etimología la necesitan.

A veces consulto el Diccionario de la RAE como quien abre una revista. Casi nunca me deja indiferente. En ocasiones me sorprende el origen de una palabra y otras veces comprendo que tengo que incluir lo que sea que he descubierto en mi vida (¿acaso hay algo más divertido que darse cordelejo, por ejemplo?) En ocasiones me desespera la lentitud de la Academia para actualizar los usos de ciertos términos o para eliminar la misoginia rampante de sus definiciones pero en fin, ahí estamos el Diccionario y yo, yo y el Diccionario, en nuestra perpetua relación de amor y odio.

Y busqué escapar.

Y encontré que lo que significa literalmente es "quitarse la capa". 

Se me ha quedado cara de tonta desde entonces y no preveo que se me pase hasta que nos quitemos la capa de aquí a unos días, por fin, por fin, en esa habitación a media luz que nos espera.



jueves, 22 de enero de 2015