lunes, 11 de julio de 2016

Sanfermines y los repugnantes


Arde Madrid. Arden el suelo y los muros de la ciudad. Yo hago borsch para llevarme mañana al trabajo. Me tiro al suelo panza abajo con las gatas, que me miran aburridas porque arde Madrid, porque no tienen ganas de hacer nada. Yo tampoco, sólo quiero recomponer el cerebro que hace blublu dentro de la cabeza. Pienso en las vacaciones. ¿Arderá Lisboa? ¿Arderá el mar? 

Tengo otra táctica improbable para refrescarme. Lleno mi barreño azul con agua fría y pongo los pies en remojo como en una piscina periférica, especializada. Una piscina de pies. Mientras, el cerebro blublu. Los pies fresquitos. El cerebro blublu. Muevo un poco los deditos y se me refrescan los tobillos, a estas alturas los dedos ya están acostumbrados a la temperatura del agua y les da un poco igual estar en remojo o no estarlo. 

Cuando hace tanto calor, baja la tensión y a una le da igual que haya o no gobierno. Veo por televisión a hordas de cenutrios que se divierten asustando a unos pobres toros que corren porque no les queda otra, porque, sin duda, si participaran en un duelo de Saber y Ganar darían una buena paliza a los "mozos". 

Escuchamos historias de violaciones y acoso sexual a diversas jóvenes que cometen el error de pensar que son dueñas de su cuerpo y de su tiempo libre. Doce detenidos a esta hora durante las "fiestas" por diversas agresiones sexuales, pero el número seguramente sea más alto, como sucede siempre en estos casos. Un alto porcentaje de mujeres no denuncia por temor a represalias o vergüenza; porque, fundamentalmente, no se suele creer a las mujeres que han sufrido una violación a no ser, qué sé yo, que su novio estuviera presente y no pudiera salvarla.

En teoría hay una mayor concienciación sobre este problema que en ediciones anteriores, pero no puedo evitar pensar que mientras no se aborde el tema como endémico y estructural (vivimos en una cultura que no sólo erotiza la sumisión de las mujeres, sino que las propias violaciones son objeto de gran parte de la pornografía que satura las redes y los medios de comunicación) será imposible atajarlo. 

Mientras vivamos en negación sobre lo rampante de esta violencia masculina contra las mujeres que vemos y escuchamos cada día sin excepción, no actuaremos de una manera de verdad efectiva, pues no estaremos atacando la raíz del problema: la jerarquía de dominación y subordinación que encuadra socialmente a los hombres y mujeres en relaciones de profunda desigualdad.

Piececillos fríos. Cerebro bublu. Runrún de verano y tensión que se desploma.