lunes, 11 de enero de 2016

Resumen de noticias


Murió Andrés Lewin de repente, o esa fue mi impresión. Tal vez murió poco a poco y pudo despedirse de los suyos. Ahora que él ya no va a estar para verlo, tal vez lo descubra un público entregado que no llegó a enterarse de su existencia cuando vivía o que no le prestó la atención que merecía. 

Cambié la ventana con árboles por el balcón urbano. Mis gatas parecen más contentas. A ellas, como a mí, el sol nos hace bien y nos revive por las mañanas. Cuando me levanto y es de día, claro está. A ellas les hace bien siempre.

Murió Bowie, hoy mismo. Sus canciones me recuerdan a Grecia. A mí, que no soy griega. 


Andrea Dworkin, por su parte, sigue muerta. Yo la releo y pienso en esa palabra tan grande, legado, que resulta más emocionante aún en su caso porque está llena de contenido al referirse a ella. Palabras, ideas como dardos de razón que siguen haciendo tanta falta ahora como cuando ella las escribió y las pronunció, convencida del sentido de su lucha, llena de amor por sus congéneres, de ira legítima contra quienes nos niegan a las mujeres el derecho básico a existir como individuos autónomos, con independencia de un varón que nos proteja y nos castigue alternativamente, según su voluntad o su capricho.


As long as there is rape... There is not going to be any peace or justice or equality or freedom. You are not going to become what you want to become or who you want to become. You are not going to live in the world you want to live in.

Andrea Dworkin