jueves, 25 de septiembre de 2014

Razón de amor: Giorgos Seferis


Los poemas de Seferis tienen una transparencia y una sonoridad suave que me gusta mucho. Son, además, bastante accesibles y de su sencillez precisamente se extrae la clave de su belleza. Si hay algo que admiro en alguien que escribe es la precisión.

Descubrí hace poco esta versión cantada de varias estrofas de su poema Razón de amor y no he dejado de escucharla desde entonces. Dakanali, a la que no había escuchado nunca, tiene una voz tan transparente como lo es el estilo poético del propio Seferis. Me recuerda un poco a Elefthería Arvanitaki pero me gusta más porque la encuentro más cálida.

La imagino sonriendo mientras canta. 



Razón de amor

Rosa del destino, buscabas el modo de herirnos
pero claudicabas como el secreto que está a punto de desvelarse
y fue bella la orden que accediste a darnos 
y fue tu sonrisa como una espada dispuesta.

La velocidad apresuró la aparición de órbitas
de tus espinas partía la introspección del camino 
nuestra desnuda exaltación se deleitaba en persuadirte
el mundo era sencillo: una simple pulsación.

El ocaso destrozado se redujo y se perdió
y parecía un error que reclamaras los regalos del cielo.
Tus ojos descendían. La espina de la luna
brotó y las sombras de la montaña te asustaron

En el espejo nuestro amor, cómo progresa y se suaviza
en el acto del dormir los sueños, escuela del olvido
en las profundidades del tiempo, cómo se contrae el corazón
y se pierde en el temblor de un abrazo ajeno

Dos bellas serpientes remotas, tentáculos de la separación
se agitan y en la noche de los árboles rebuscan
un amor secreto en tálamos inaccesibles
rebuscan insomnes no comen ni beben nada.

A la imaginación volverían las serpientes separadas
el bosque brilla de pájaros, tallos y brotes
persisten aún sus búsquedas rizadas, las mismas
búsquedas de un círculo que atrapan a los afligidos

Sobre la piedra de la paciencia anticipamos el milagro
que da acceso al Paraíso y todo es quietud
anticipamos el ángel como en un drama antiquísimo
a esa hora en que se pierden las rosas abiertas del ocaso

rosas... Rosa escarlata del viento y del destino
sólo permanecías en la memoria, un ritmo grave
rosa de la noche, has pasado, tempestad púrpura
tempestad del mar... El mundo es sencillo.



Canción creada a partir de versos del poema Razón de amor de Giorgos Seferis, publicado en 1931.
Música: Nikos Mamagkakis. Voz: Marina Dakanali



miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mano izquierda


El mundo que conocemos está estructurado en torno a una jerarquía muy clara: la de clase, la de raza y la de manualidad. En virtud de la clase social, no cabe duda de que quienes disponen de los medios de producción y del capital disfrutan de ventajas de tipo económico que quedan fuera del alcance del resto de la población. La jerarquía de tipo manual es más polémica e incluso hay quien niega su existencia, especialmente en el seno de la clase manual dominante, la de los zurdos y zurdas. La jerarquía en función de raza es aún común, aunque se han dado grandes pasos para erradicarla y se basa en algo tan poco definitorio de la personalidad como el color de piel o de ojos. Resulta interesante analizar la interseccionalidad que se produce entre la discriminación que padece una persona negra, de clase baja y diestra, que es diferente a la que sufre alguien que es negro, de clase baja y zurdo. Entre estas dos personas, pobres las dos y negras, la que domina sobre la otra es sin duda la zurda, pues sólo por haber nacido zurda recibe privilegios silenciosos que le son vedados a los diestros. Esta discrimación entre zurdos y diestros puede ser más o menos sutil, aunque a menudo adquiere un cariz violento, como analizaremos más adelante.

Desde la Antigüedad se considera que zurdos y diestros son fundamentalmente diferentes entre sí. Sólo hace falta leer a autoras clásicas como Piréngora (s.VI a.C) para reparar en ello: Si los dioses han reservado a las personas diestras el cuidado de los pequeños, no es por casualidad ni por capricho divino; del mismo modo  que la lluvia no vuelve de la tierra al firmamento, el diestro no puede evitar amar con ternura al bebé recién nacido.

Se dice que los hombres y las mujeres que emplean la mano derecha en sus quehaceres diarios tienden a la sumisión y a una mayor debilidad física por naturaleza. Ya desde su más tierna infancia, se anima a estas personas a que jueguen con muñecos que representan los roles que se esperarán de ellos en el futuro: fundamentalmente el de cuidador y cuidadora, aunque también el de modelo de pasarela que existe para excitar el potente deseo sexual de los y las zurdas. 

Los diestros, debido a unas misteriosas conexiones cerebrales previas al nacimiento, son más torpones en actividades que impliquen orientación espacial, y por eso mismo se les recomienda que no se molesten en intentar llevar a cabo tareas que no quedan, como el propio dicho indica, al alcance de su mano: simplemente no han nacido para conducir ni para diseñar edificios ni para leer un mapa. No pasa nada, en realidad, porque se da por hecho que los diestros elegirán como pareja a una persona zurda y ésta será quien realice las tareas propias de los zurdos como conducir, diseñar edificios o leer un mapa. 

Por su parte, no todo son problemas en el campo de la diferencia manual. Los y las diestras tienen fama de ser seres empáticos, cariñosos, buenos a la hora de expresar sus sentimientos y sobre todo de limar asperezas entre personas en conflicto. Quienes utilizan predominantemente la mano derecha saben mantener la paz del hogar, tienden a ser personas pulcras y ordenadas que disfrutan cocinando para sus parejas zurdas y atendiendo a los hijos que, si bien son de ambos, pasan más tiempo en compañía de sus progenitores diestros. 

Las élites religiosas de los cultos más importantes del mundo disienten en prácticamente todo excepto en una cosa: Dios creó a los zurdos y a las zurdas primero, les entregó el dominio de la fauna, la flora y las acciones de bolsa y sólo después se decidió a crear una subespecie que, si bien humana, no es tan hábil como la primogénita: creó a los diestros para que sirvieran a los zurdos y para que formasen familias equilibradas junto a éstos, porque dos listos bajo un mismo techo no se soportarían (Partitogéntico 13: 27).

No es de extrañar, por tanto, que fueran zurdos y zurdas quienes redactaron los libros sagrados de las grandes religiones, ni que sean ellos quienes celebran las liturgias y predican a sus fieles. En algunos países del mundo se sabe que las élites religiosas han permitido a algunas personas diestras (pocas) dirigir el culto, pero todavía tienen vedado el acceso a los puestos de máxima decisión de sus órdenes. 

Debido a que los gobiernos de todos los países fomentan en mayor o menor medida la educación religiosa de los menores, no es de extrañar que la mayoría de la población diestra alcance la madurez asumiendo que su subordinación es inevitable en tanto que elegida por Dios. Existen, por otra parte, zurdos ateos que justifican la superioridad de su mano mediante otros argumentos que no son religiosos: a su auxilio acude la biología moderna, la pseudo psicología y grupos de presión varios entre los que destacan los partidos políticos.

Últimamente hemos asistido a un vivo debate acerca de la posibilidad de legalizar matrimonios entre personas de la misma mano; son precisamente las autoridades religiosas las más beligerantes ante estos proyectos de ley, toda vez que atentan contra la integridad de las uniones tradicionales: una mujer zurda y una diestra crearán un hogar feliz y pleno, pues cada una suplirá las deficiencias de la otra, pero es obvio que una unión entre dos mujeres diestras no tiene ningún sentido y es deficitaria desde el principio. ¿Quién conducirá el coche familiar? ¿Quién diseñará edificios? ¿Quién leerá un mapa durante las vacaciones? Y en el caso de dos mujeres zurdass que decidan casarse, ¿cuál de las dos hará el papel de diestra? ¿Acaso una de ellas se rebajará a limpiar la casa y ocuparse del cuidado de los pequeños, si los hubiera?

Existen a este respecto, no obstante, críticas de gran solidez por parte de las federaciones diestristas; aseguran en sus comunicados que marginar este tipo de uniones, que en todo caso son reales porque existen y han existido siempre, no es sino querer legislar contra la diversidad propia de la especie humana. Afirman que se pueden cambiar pañales con la mano izquierda sin que resulte humillante para quien lo hace, y niegan la existencia de una determinación biológica concreta que impida a un zurdo preparar un arroz a banda para cuatro personas. Por otra parte, argumentan que vetar este tipo de unión es tan absurdo y arbitrario como si se prohibiera por ejemplo el matrimonio entre personas del mismo sexo o entre alérgicos al tomate. Los jerarcas religiosos y los dirigentes políticos conservadores se defienden ridiculizando tal argumento. Como declaró el año pasado Pim Que Pam, portavoz del TREPA español: "Sí, claro, no se dan cuenta de que el problema no es que pretendan casar a dos hombres. No es una comparación válida. Deme un hombre zurdo y uno diestro y yo lo llevo de mil amores a la iglesia de mi pueblo, que es románica y da gloria verla en mayo, con todas esas flores reventonas en los balcones de las casas, pero, ¿dos zurdos, por ejemplo? Me pregunto cuál de los dos hará de diestro... Quiero decir, ¿quién haría voluntariamente las labores propias de los diestros si no le han tocado por naturaleza? Me da igual que dos alérgicos al tomate se casen entre sí siempre y cuando uno sea zurdo y la otra diestra o viceversa. Ni el sexo ni el tomate tienen que ver con esta cuestión. Son ganas de mezclar las cosas. Nunca apoyaré esa ley." 

Las asociaciones diestristas denuncian, por otra parte, la existencia de una violencia sistemática que es tanto simbólica como física y sexual por parte de los zurdos hacia las personas diestras. Todo el mundo conoce la existencia de los ataques que algunos y algunas zurdas llevan a cabo (ellos con sus propios penes, ellas, con prótesis específicas que se ajustan con un arnés a la cintura) sobre diestros y diestras de todas las edades. A los hombres los penetran analmente y a las mujeres, por normal general, vaginalmente, aunque existen excepciones a este respecto. En todo caso, queda claro que esta violencia sexual no está ni mucho menos extendida y es asunto de cuatro o cinco zurdos locos. De vez en cuando se escuchan voces que aseguran que la violencia sexual es bastante más común de lo que se piensa, si bien, en todo caso, se tiende a desconfiar de los diestros y las diestras que denuncian haber sufrido acoso o violaciones. Al fin y al cabo, ¿cómo se puede saber a ciencia cierta si el diestro no se echó atrás cuando el acto ya había empezado? ¿Acaso no son las personas de la mano derecha expertas en provocar el deseo sexual de los zurdos con sus prendas minúsculas y sus rostros maquillados? Si un diestro excita el deseo de un zurdo y además consume alcohol, sin duda no podrá defenderse de un eventual ataque, pero ¿cómo se puede responsabilizar a una mujer zurda, por ejemplo, de querer saciar un deseo que otro ha sembrado en ella de manera voluntaria?

Algo parecido sucede con el asunto de la violencia denominada "doméstica". Independientemente de que a las personas diestras no se les eduque para ejercitar su forma física ni aprender los rudimentos de la defensa personal, la cuestión de fondo no subyace tanto en las diferencias físicas de los miembros de la pareja como en el hecho de que tradicionalmente es el zurdo o la zurda del hogar quien ha de imponer su voluntad sobre la de su compañero, pues es quien seguramente reporta más ingresos y quien, por descontado, tiene más capacidad de decisión, liderazgo y raciocinio. Esto es así porque así ha sido siempre, y así será para siempre, porque la tradición no admite réplica ni discusión. Por algo es tradición y no un regateo en el mercado.

Pero no todos los zurdos ni todas las zurdas violan ni pegan a sus parejas, y es importante destacar este hecho cada vez que se escuchan noticias como: "siete diestros han muerto a manos de sus parejas (zurdas) en lo que va de semana en nuestro país." Al leer o escuchar esta noticia es importante lanzarse a las redes y crear un hashtag que diga: @notodosloszurdos. Esta mayoría silenciosa de zurdos que se abstiene de matar, violar y torturar a los diestros de su entorno merecen nuestro agradecimiento y galletitas con chispas de chocolate por su comportamiento ejemplar. El hashtag @notodosloszurdos refuerza la idea de que la violencia contra las personas diestras no es estructural, sino anecdótica. Esto permite que se perpetúe sin problema durante décadas y generaciones, pues no se establece conexión alguna entre unos incidentes y otros.
  
Las ciencias, en especial la biología y la medicina, han servido durante siglos para justificar la subordinación de las personas de mano derecha. El diseño físico de estas personas los predispone a la torpeza, la inseguridad de criterio y al cuidado de los bebés. Desde que la neurociencia existe, se han realizado múltiples experimentos y escáneres que revelan, si bien no de manera consistente, que diestros y zurdos tienen cerebros diferentes. ¿Cómo explicar si no, se pregunta cualquier persona de a pie, que los y las zurdas tengan mayores aptitudes para el liderazgo y la orientación espacial y menos para la comunicación de los propios sentimientos?

Al hilo de esta pregunta siempre surge el típico diestrista que contesta:

1) En primer lugar, tales estudios se realizan sobre poblaciones pequeñas y en ámbitos de actividad predeterminados que favorecen la aparición de los resultados preferidos, y

2) en segundo lugar, ¿por qué sucede que las personas diestras que han recibido la formación y el estímulo adecuado son capaces de realizar perfectamente las tareas reservadas a los zurdos? ¿No será que el cerebro posee una inmensa plasticidad y tiene la capacidad de reorganizar sus conexiones en función de sus actividades cotidianas?

Por supuesto, la respuesta será que existen algunas excepciones. Son pocos los diestros que pueden responder favorablemente ante tal desafío, y en todo caso se sospecha que lo que sucede es que poseen un cerebro de zurdos en un cuerpo equivocado. En cualquier caso, no representan más que una modesta minoría que tampoco merece demasiada atención.

El hecho de que la mayoría de los autores de tales experimentos sin contrastar sean zurdos no arroja la más mínima sombra de sospecha acerca de la idoneidad de sus métodos, pues todo el mundo asume sin rechistar que un estudio realizado por una zurda tiene mucha más autoridad que otro realizado por una persona diestra, especialmente si los resultados de ambas investigaciones arrojan datos opuestos entre sí.

Sucede lo mismo en el ámbito de la academia: la mayoría, por no decir todos, los autores que se estudian son zurdos y zurdas. Algún diestro ha conseguido colarse en el canon, no sin gran dificultad, pero en todo caso a casi todos les parece un poco ridículo ponerlo al mismo nivel que a los grandes zurdos y zurdas de la historia. Como escribió Pirivault ya mediado el siglo XIX: Me sorprende lo que con tanto aspaviento usted defiende; a saber, la existencia de unas mentes preclaras encerradas en cuerpos diestros. No negaré haber encontrado a lo largo de mi vida personas diestras que me han entretenido con su conversación ligera y su ingenio moderado, pero considero absolutamente exagerado elevar esas excepciones a regla general, habida cuenta, por otra parte, de que ni siquiera los diestros más inteligentes alcanzan el nivel de raciocinio medio de las personas zurdas más vulgares.

También desde el estudio de la lengua suele plantearse el debate de si se refuerza la opresión de los diestros mediante el uso habitual del idioma. Esta cuestión de gran interés en diversos círculos diestristas, se considera por norma un simple lloriqueo sin fundamento, una exageración que no tiene mayor importancia. Así, se argumenta desde la lingüística que,cuando se alude a "los zurdos" en general, todo el mundo entiende que nos referimos a zurdos y diestros por igual, y cuando decimos "los diestros", especificamos y nos referimos sólo a quienes manejan la mano derecha. Es una exageración decir que los zurdos se han apropiado de la categoría de "ser humano" por este simple, inocente hecho; no se trata más que de una casualidad histórica y filológica y no es necesario ahondar más en el tema. 

Para terminar, es preciso reseñar la existencia de diversos grupos y grupúsculos, asociaciones y federaciones a nivel local, nacional e incluso internacional, que realizan día a día una labor imprescindible y valiosa. No todas las personas diestras se consideran diestristas, ni siquiera aunque disfruten de las ventajas relativas que éstos les consiguen de vez en cuando. Esto se explica porque la socialización funciona de maravilla y aprenden no sólo a valorar positivamente su rol subordinado en la sociedad, sino que llegan incluso a amarlo mediante la erotización de su sumisión: es sexy ser débil y buscar la protección del zurdo o la zurda salvadores, y éstos a su vez se educan felizmente en la misma idea pero desde la posición dominante. 

Dejo para otro día el análisis de la cultura popular desde el punto de vista de las personas diestristas, que desde luego disfrutan sacándole punta a todo y protestando, protestando todo el día por tonterías en lugar de preocuparse por problemas de verdad importantes. (Troound, 2007)


lunes, 1 de septiembre de 2014

Robert Jensen y el aburrimiento cruel de la pornografía



Robert Jensen es uno de esos aliados del feminismo radical que tanta falta hacen y que desgraciadamente escasean. Combina su labor de escritor con la de profesor de periodismo en la Universidad de Tejas en Austin y se ocupa de asuntos varios entre los que destacan la política y el feminismo. Escribe sobre asuntos como la pornografía, la violencia contra las mujeres y la prostitución, y he decidido traducir aquí uno de sus artículos, que encuentro de lo más interesante, sobre la industria del porno en la actualidad.

Estoy bastante de acuerdo con él, si bien matizaría algunos aspectos menores de su crítica que en todo caso no afectan al fondo de la cuestión. Me gusta este texto especialmente porque desde su posición de varón hace algo que prácticamente ninguno se plantea hacer: virar la atención de las mujeres que, por los motivos que sean, se dedican al cine porno, para centrarla en los hombres consumidores de ese material. 

El presente artículo está traducido con la autorización expresa de su autor.




El aburrimiento cruel de la pornografía



El sucio secreto de la industria de la pornografía es que, partiendo de un número finito de maneras en que los cuerpos humanos se pueden encajar, su producto es, por definición, aburrido y repetitivo. Por tanto, no tiene más remedio que recurrir a sexualizar la degradación en sí misma.


Hay un número finito de maneras en que los cuerpos pueden encajar sexualmente entre sí, y, como se me quejó un veterano de la industria durante la feria anual, "todas ellas ya han sido filmadas". Suspiró, considerando el reto de crear una película sexualmente explícita que resulte diferente al resto y concluyó: "Después de todo, ¿cuántas pollas puedes meterle a una chica de una sola vez?"


Su pregunta pretendía ser retórica, pero yo pregunté: "¿Cuántas?"


"Probablemente cuatro", dijo él; una penetración oral, una vaginal y una doble anal parecían una opción realista. Otro productor me dijo más tarde, ese mismo día, que él había trabajado una vez en una película que incluía una escena con una doble penetración anal y una doble vaginal, es decir, se trataba de una mujer penetrada por cuatro hombres a la vez. Dijo que el director había creado un arnés especial para sujetar a la mujer durante esa escena. En la pornografía heterosexual dominante de nuestros días no es excepcional ver una DP (palabra de la industria para referirse a la "doble penetración", en la que dos hombres entran vaginal y analmente a la vez en una mujer) combinada con una penetración oral.


Con independencia del número, teórico o ya habitual en la práctica, el debate en sí nos recuerda que la pornografía es cada vez más extrema y que traspasa nuestros límites tanto físicos como psíquicos. Además, la pornografía es también increíblemente repetitiva y aburrida.


Los pornógrafos lo saben, por supuesto, y esto les pone muy nerviosos.


Actualmente se estrenan unas 13.000 películas pornográficas cada año, en comparación con las aproximadamente 600 que proceden de la industria de Hollywood. No resulta sorprendente que una preocupación típica de la que fui testigo durante las Expos de Espectáculos para Adultos a las que he asistido (en 2005, 2006 y 2008) fuera que los intentos desesperados de los directores por hacer que sus películas fueran diferentes al resto  estaban dando lugar a cierto tipo de "acrobacias sexuales."


El "gonzo" es un género pornográfico que elude tanto argumento como personajes o diálogo alguno y ofrece sexo explícito, directamente. Las películas gonzo se distinguen de este modo de las "interpretadas", que hasta cierto punto imitan la estructura de las películas de Hollywood tradicionales. Según la revista más influyente del mercado, "El gonzo es el género pornográfico por excelencia ya que resulta menos caro que las películas estructuradas en torno a un argumento, pero además, y fundamentalmente, es la elección por la que paga el consumidor solitario que quiere ir directo al grano, excitarse con el material de verdad interesante y después, si es que quiere ver a actores interpretando, o presenciar algo de argumento y diálogo, puede ver alguna película reciente de Netflix."


Semejante descripción ofrece una comprensión profunda acerca de por qué (1) la pornografía siempre ha sido aburrida y (2) va a ser cada vez más y más brutal.


La industria se alimenta de la idea de que los varones que consumen la pornografía heterosexual dominante no son realmente seres humanos con corazón, mente y alma. En el mundo del porno, el hombre es una especie de robot sexual a quien sólo le interesa la estimulación de los circuitos del placer. En ese mundo, el objetivo consiste en reducir la sexualidad humana a la producción de una erección y un orgasmo tan rápido como sea posible: hacer que se levante y luego que se descargue de un modo eficiente. La pornografía da por hecho no que los hombres tienen pene, sino que no son nada más que su pene.


El pornógrafo se enfrenta a un obstáculo en todo este asunto: los hombres son seres humanos. No importa cómo estemos de deformados por la tóxica concepción de masculinidad que prevalece en una cultura patriarcal como la de Estados Unidos, aun así somos seres humanos con corazón, mente y alma.


Independientemente de cuánto intenten los hombres distanciarse del componente emocional del sexo, ese componente nunca se diluye completamente, y es aquí donde se encuentra el principal problema al que se enfrentan los pornógrafos. Cuando se drena cualquier tipo de emoción del acto sexual, éste se convierte en algo repetitivo y poco interesante, aburrido, en una palabra, incluso para aquellos que lo utilizan como un simple medio para facilitar su masturbación. Como la novedad de presenciar sexo en pantalla antes o después va perdiendo fuerza, los pornógrafos que quieren ampliar (o simplemente mantener) su volumen y beneficio de negocio necesitan incluir en sus productos un toque emocional del tipo que sea.


Pero la pornografía no se centra en las emociones que comúnmente se asocian al sexo (afecto y amor), ya que los hombres la suelen usar, precisamente, para evitar emociones como el afecto y el amor. Es por esto que los pornógrafos ofrecen a sus espectadores acrobacias sexuales y números circenses saturados de crueldad hacia las mujeres; sexualizan la degradación de las mujeres. Si bien la mayoría de nosotros está de acuerdo en que en este caso se trata de emociones negativas, son poderosas. En una sociedad patriarcal en la que se condiciona a los hombres para que se vean así mismos como dominadores de las mujeres, tal crueldad y degradación encajan con total facilidad dentro de la noción masculina de sexo y género.


Cuando ofrezco esta crítica mía a varones que son ávidos consumidores de pornografía, me suelen decir que estoy equivocado, que ellos ven gonzo y no aprecian el tipo de crueldad y degradación que yo describo. Me dicen que no hay crueldad en el hecho de que una mujer sea penetrada de manera agresiva por tres hombres que la llaman puta durante el acto sexual. Me dicen que cuando cinco hombres embisten la boca de una mujer hasta que tiene arcadas, la abofetean con sus penes, eyaculan en su boca y pretenden que ella se trague el semen, no hay degradación ninguna. 


De algún modo, están en lo cierto; no ven la crueldad ni la degradación porque están demasiado ensimismados por la excitación sexual y en tal estado sus capacidades críticas no se ven favorecidas. No son capaces de verlo porque son hombres en una sociedad patriarcal que se centra en el placer masculino. Ver a esa mujer como una persona que merece respeto (es decir, ver que es un ser humano) interferiría con su excitación y su orgasmo.


Cuando yo era joven y consumía pornografía tampoco me daba cuenta, y es que me convenía no darme cuenta. Era por eso que después del orgasmo abandonaba rápidamente el cine o la librería para adultos. Esto da pistas sobre la edad que tengo, lo sé; mi uso de la pornografía precedió a la aparición del vídeo, a través del cual el porno se introdujo en las casas de la gente. Pero el patrón persiste; muchos hombres con los que hablo hoy en día me cuentan que después de masturbarse extraen rápidamente el DVD o apagan el ordenador para no ver lo que realmente está pasando en la pantalla. Para actualizar el viejo cliché cultural, cuando el trabajo de la cabecita ha terminado, la cabeza grande vuelve a ponerse al mando. Cuando la experiencia sexual ha finalizado, los hombres pueden pensar, y cuando ven el desprecio de la pornografía hacia las mujeres, la mayoría no quiere seguir mirando.


Estas son unas observaciones generales, un intento de identificar ciertos patrones. Pero el mundo es, desde luego, complejo. Existe una considerable variabilidad en la especie humana; no todos los hombres ven porno por la misma razón ni tienen la misma experiencia. Y hay variedad en esas 13.000 películas que ven la luz anualmente. Pero sí que existe un patrón tanto en ese consumo masculino de pornografía como en las estrategias de la industria para hacer que los hombres la sigan consumiendo:


- Los varones heterosexuales tienden a consumir pornografía para alcanzar satisfacción sexual sin hacerse cargo de las complicaciones propias de tratar con una mujer real.

- Los pornógrafos ofrecen material gráfico sexualmente explícito que cumple con su función, pero para conseguirlo deben aumentar continuamente los niveles de crueldad y degradación para mantener sus beneficios.

Los productores de gonzo ponen a prueba los límites con nuevas prácticas que erotizan la dominación de los hombres sobre las mujeres. Variaciones menos extremas que estas migran a la pornografía con diálogo y cierta presencia de interpretaciones y de ahí se transforman hasta llegar a la cultura popular establecida. La pornografía es cada vez más abiertamente misógina y la cultura popular se vuelve a su vez más pornográfica; muchas películas de Hollywood y de televisión por cable se asemejan más al porno blando de lo que lo hacían hace unas décadas y la tan común objetificación de las mujeres en la publicidad se ha ido sexualizando cada vez con más descaro.

¿A dónde llevará todo esto? ¿Cómo de lejos llegarán los pronógrafos para asegurarse sus beneficios, especialmente ahora que la proliferación de la pornografía gratuita en internet añade una mayor competitividad? ¿Cuánta misoginia erotizada será capaz de tolerar nuestra cultura?

Cuando hago esta pregunta a los pornógrafos, la mayoría responde que no lo sabe. Un líder de la industria como lo es Lexington Steele reconoce que no tiene una bola de cristal: "El gonzo lleva todo al límite. La cosa es que sólo hay un número determinado de agujeros, sólo hay un número de maneras diferentes de penetrar a una mujer, así que resulta difícil saber qué será lo próximo dentro del mundo del gonzo."

¿Qué es lo próximo? ¿Qué viene después de las DP y de las dobles penetraciones anales? ¿Qué hay más allá de títulos como "Cum slam* de 10 hombres" y "Cream pie de 50 tíos"? Puedo asegurar que yo tampoco lo sé. Pero después de 20 años dedicados a la investigación sobre la industria pornográfica como académico y de criticarla como parte del movimiento feminista anti-pornografía, lo que sé es que deberíamos preocuparnos. Deberíamos temer el hecho de que puede que no haya límite en la crueldad masculina hacia las mujeres. En una sociedad patriarcal dirigida por los valores predadores del capitalismo, deberíamos sentir mucho temor.


Robert Jensen, 2008



*La práctica sexual (por llamarlo de alguna manera) denominada "cum slam" consiste en lo siguiente: un hombre eyacula en su mano y se la pone a alguien en la cara durante unos segundos. Se entiende que para que todo sea mucho más "divertido", la víctima ni espera ni desea que le restrieguen semen por la cara.