viernes, 31 de enero de 2014

Rebelión en la granja


Chipi me envió por correo un librito pequeño de tamaño pero enorme en contenido: Rebelión en la granja, de Orwell. La particularidad del regalo reside en el hecho de que está en griego. De esta manera, espera mi amiga, podré practicar un poco ahora que ella no está aquí para darme palique en su lengua materna.

Sólo la introducción de Orwell es ya un tesoro en sí misma. Admiro de él que se diera cuenta tan pronto de que el paraíso soviético no era precisamente lo que se dice paradisíaco, sino totalitario, y admiro que tuviera la valentía de decirlo alto y claro. Él creía en el socialismo, en el progreso y en la dignidad y derechos de todos los seres humanos. Asevera en el prólogo, y cito textualmente:

(...) de este modo he creído durante los últimos diez años que, si queremos un verdadero resurgimiento del Movimiento Socialista, es necesario que el mito soviético se venga abajo.

Vivimos ahora momentos convulsos en los que la izquierda tiene la oportunidad de preguntarse a dónde quiere ir y cuánto se ha desviado de su objetivo en los últimos tiempos, ya sea por fragmentación ideológica, por pasividad o por simple asimilación al modelo imperante. Hacen mucha falta voces como la de Orwell, que no se dejaba llevar por romanticismos utópicos y no aceptaba la idea de que el fin justifica los medios. Hace falta, en fin, que digamos de una vez por todas que el emperador está desnudo, que no aceptemos más dogmas de fe cualquiera que sea su procedencia.




Rebelión en la granja, de George Orwell

miércoles, 29 de enero de 2014

Conversaciones con Rosa


- Nos dicen que sólo hay dos posiciones donde quedarse y son opuestas entre sí: o triunfas y entonces eres parte de una pequeña élite porque eres alguien fantástico y excepcional, o no alcanzas a despegar y encima te dan a entender que no hay nada que puedas hacer para mejorar tus condiciones de vida. Hace falta desapegarse emocionalmente de esta sistema, Lola. Ya sabemos que no funciona bien, ahora hay que desapegarse del todo y hacer las cosas de otra manera.

lunes, 27 de enero de 2014

Apuntes de librería (IV)


Tenemos tantos frentes, tantos debates abiertos sobre tantos temas, en la calle y en los medios de comunicación; hoy por hoy todo el mundo ofrece respuestas para casi todo y a mí me gustaría que alguien contestase con rigor y buen seso a la pregunta que nos carcome a todas las libreras que conozco y a mí también, claro: ¿Por qué en la caja registradora siempre hay un número desproporcionado de monedas de veinte céntimos respecto al resto de monedas? ¿Por qué, aunque una se dedique a hacer paquetitos de 10 ó 20 euros para evitar que el asunto se vaya de madre y facilitar el trabajo a la hora de contar la caja, por qué siempre, insisto, SIEMPRE reaparecen las monedas y no sólo reaparecen, sino que se multiplican en silencio, con retranca y mala leche?

miércoles, 22 de enero de 2014

Apuntes de librería (III)


Es un señor de edad indefinida y expresión afable el que se me acerca blandiendo un librito de los que tenemos en oferta (uno por tres euros, tres por seis) por la cosa de las rebajas. Hay  varios títulos que van desde la homeopatía hasta el coaching empresarial, pasando por uno sobre quiromancia. Hay variedad para elegir, sin duda.

El señor ya está en la caja y me pregunta:

- Señorita, ¿pero este libro es real o de relatos? 

En la portada puede leerse



Dones de gracia: Encuentros personales con la Virgen María


Pestañeo.
Rápido, Lola, piensa rápido.

- Bueno, es un libro... De testimonios, supongo. O sea, de gente que cuenta lo que cree que le pasa (sic).

Lapso de dos segundos. Nos miramos como si estuviéramos en el Lejano Oeste, a punto de desenfundar los revólveres. Rueda una bola del desierto a nuestros pies. ¿Quién será más rápido de los dos?

Al final el señor me regala una amplia sonrisa. Decide que no soy peligrosa. No sé si porque no me ha entendido o porque no me toma en serio. 

- Bueno, pues me lo llevo. A ver... En algo hay que creer... Yo prefiero creer, porque si no, ¿qué sentido tiene la vida? ¿Qué sentido tiene ser bueno si luego no hay un premio después de la muerte? Tres euros, ¿no? - Rebusca en el bolsillo y planta las tres monedas sobre el mostrador como quien paga su chato de vino después de comer. 

Y yo me quedo muerta ante tamaña lección de teología moral cristiana. 


El libro existe de verdad. El señor que lo compró, también.



martes, 21 de enero de 2014

A la vanguardia


No es todavía una explosión general de color, ni mucho menos (aunque falta poco). No es que haya saltado la alarma del reloj interno que desencadena que, uno tras otro, todos vayan uniformándose en la alegría de los pétalos. No ha llegado todavía ese momento, pero esta mañana detecté a un pionero, uno de esos almendros subversivos que deciden florecer a la vanguardia de sus compañeros. La promesa de la primavera se mantiene así intacta, un regalo sin abrir, al igual que esos minutos de luz que se van acumulando al final del día en una progresión imparable hacia el solsticio de verano.

lunes, 20 de enero de 2014

Sueños (II)


Desperté muy temprano sintiendo todavía lo irreal de la situación que acababa de soñar. El beso tan dulce y tan perfecto, su cara triste y sus palabras: Siento no haber sido valiente en su día.

Pero no fue por falta de valentía, dije yo, más bien en tono de pregunta. Es sólo que no queríamos lo mismo.  

Entonces me aseguraba que esta vez sí sabía que quería estar conmigo. 

Yo no me lo creía del todo. ¿Estás segura? No puedo con los péndulos. Ya no.

Y ella me volvía a decir que sí. Siento que ya no confíes en mí como confiabas antes.

No recuerdo qué más pasaba. Desperté muerta de sed y miré el reloj. Eran las cinco de la mañana y todavía era noche cerrada ahí fuera.

Cuando volví a la cama estaba todavía aturdida por la escena tan viva que acababa de tener ante mis ojos (cerrados y en estado de inconsciencia, pero en fin). 

Qué extraña lógica preside los guiones que dan forma a nuestros sueños. Por qué soñamos con personas a las que no hemos visto en mucho, mucho tiempo, con las que no tenemos contacto y a las que nada nos une ahora porque el momento del gran sí o del gran no ya pasó. Por qué soñé justo después que le cantaba las cuarenta a ese ser antediluviano que es Antonio María Rouco Varela.


¿POR QUÉ?  



miércoles, 15 de enero de 2014

Reruns (II)


Hace unos días terminé de ver por segunda vez la serie The L Word. La primera vez que lo hice fue hace unos cuantos años (¿en 2007?), de manera que apenas recordaba detalles del argumento. Curiosamente, me acordaba con más claridad de las primeras dos temporadas, mientras que las demás estaban bastante enterradas en mi memoria.


(AVISO: SPOILERS)

Y qué memoria más selectiva y juguetona la mía. En mi recuerdo, había menos infidelidades a lo largo de la serie, y había relaciones que tenían más solidez de la que han resultado tener en esta ocasión. Por ejemplo, no recordaba la cantidad de veces que Bette y Tina volvían y se separaban para volver a dejarse después. Recordaba una ruptura y una reconciliación, no más.

En todo caso, independientemente de las pequeñas decepciones que semejante empresa nostálgica conlleva (de repente no he podido soportar a Jodi, no sé bien por qué), ha habido también sorpresas agradables e identificaciones inesperadas, como por ejemplo la que he sentido respecto del personaje de Alice Pieszecki, identificación que no se produjo cuando vi la serie por primera vez hace años y que es más bien visceral, pues no podría argumentarla del todo sólo con algunos paralelismos.

La cosa es que estaba yo sentada hace un rato a un escritorio que no es el mío, mirando por la ventana que da a una calle que no es la de mi casa, observando el tráfico constante de las seis menos cuarto de la tarde, cuando de repente han sonado un par de cláxones impacientes. Entonces he recordado esa escena fantástica en la que Tasha, que acaba de ser expulsada del ejército norteamericano a causa de la doctrina "Don't ask, don't tell", (vigente en EEUU hasta el año 2011), se entretiene saboreando el momento presente sentada en el sofá. Quizá es la primera vez en su vida en que lo hace, libre de repente de obligaciones, desempleada y sin la rigidez de la homofobia marcial pendiendo sobre su cabeza como una espada de Damocles.

Entra en escena Alice y no entiende qué hace su chica sentada en el sofá, feliz y en silencio, con cara de estar pasándolo francamente bien sin hacer nada.


- What are you doing?

- I'm feeling what 6 pm feels like. I'm never home by 6 pm, I'm usually stuck on the 405. I have nothing that I'm supposed to be doing right now.


Y Alice se sienta junto a Tasha para descubrir juntas cómo suenan y a qué saben las 6 de la tarde cuando ya no queda nada que perder, cuando tras la gran apuesta se ha perdido algo para ganar otra cosa seguramente mejor y más libertadora.

Tasha- 6 pm


Tasha y Alice, tan monas ellas



martes, 14 de enero de 2014

Ciudadanía


Cada cual defiende su ciudadanía universal con las palabras que le han sido concedidas. A mí me suelen conmover quienes, además de ponerle voz, le añaden una sencilla guitarra a su defensa.




Pregunta crítica


Le pregunté a Riva, mi perro, si se siente
griego, autóctono o algo similar.
Él bostezó y se quedó dormido
y su respiración era hermosa como una ola sobre el cristal.
¡Eo! Que le den al fascismo.

Me dirijo entonces a las granadas silvestres
y les hago la misma pregunta,
si se sienten griegas, bañadas por la luz.
"Me pasaron el testigo de la vida y de la muerte",
responde la flor roja desde su enclave. 
¡Eo! Que se pudra el fascismo.



                                                            Letra y música: Thanasis Papakonstantinou (2010)




Papakonstantinou en concierto.




sábado, 11 de enero de 2014

Sobre esta cima solitaria os miro


Estuve a punto de quedarme dormida sobre una enorme roca del mirador con la indolencia de quien lleva muchas horas de caminata en el cuerpo y descubre el lugar idóneo para extender su abrigo bajo el sol y tumbarse allí . Cerré los ojos y estiré los brazos por encima de la cabeza, perezosamente panza arriba.

Un zumbido de insecto me sacó de la duermevela y decidí ponerme de nuevo en camino. Sólo entonces me di cuenta de que estaba rodeada de versos: el mirador al que había llegado más bien improvisadamente tiene nombre y se llama el Mirador de los Poetas.



Versos de Vicente Aleixandre en el Mirador de los Poetas (Sierra de Guadarrama)


Sobre esta cima solitaria os miro,
campos que nunca volveréis por mis ojos.
Piedra de sol inmensa, eterno mundo
y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.


miércoles, 8 de enero de 2014

Conversaciones con Olga (III)


- Y, ¿qué tal llevas Guerra y Paz? ¿Te está enganchando?

- Pues es Cien años de soledad con uniforme y mucho frío.


martes, 7 de enero de 2014

Horas y horas


Vengo de varias semanas de intenso trabajo intensa explotación. Quizá por eso ha sido tan placentero pasear esta mañana temprano con toda la calma del mundo por las calles de Madrid. Las horas de holgazanería son más deliciosas aún cuando se ha fantaseado sobre ellas con antelación. Precisamente hoy lo comentaba con Venegas: sin perspectiva no hay apreciación. Ni de lo que se tiene ni de lo que no se tiene. La perspectiva no nace sola, o no siempre; a veces puede surgir de la observación atenta, pero sospecho que en general la perspectiva nos la conceden los cambios. Cambia la situación y entonces hacemos un análisis más completo, y sólo en ese momento empezamos a ver lo que no distinguíamos antes porque estábamos en medio del diluvio o del espejismo.  

Parecía primavera en las callejas con el sol resbalando, intenso, por fachadas y balcones. A ratos, el goteo de la duda en la conciencia: ¿Y si, después de todo, me quedo aquí? ¿Y si la oportunidad que busco me encuentra aquí? No es fácil abrirse camino pero no lo es en ningún lugar. No en estos tiempos. Por eso es mejor extraer la felicidad a cada paso, en cada instante en que se presenta, y atesorarla. La raíz bajo los pies y estar donde se está en cada momento, ese es mi plan por ahora.

Y aún me quedaban regalos por abrir esta mañana. He callejeado perezosamente hasta que me he dado cuenta de que estaba muy cerca de la Librería de Mujeres, ese lugar que tenía pendiente y que todavía no había visitado.

Entonces ha explotado el contador del tiempo. No me extraña que la editorial que estas estupendas mujeres hacen funcionar se llame Horas y Horas.





lunes, 6 de enero de 2014

Aprendizaje de las despedidas


El amigo marcha de nuevo y cada vez cuesta más dejar que se vaya. La despedida  ya no es un ensayo de la vida adulta, sino un estado de excepción que nadie puede deshacer. Así es como hemos ido aprendiendo con los años lo irreversible de cada partida.

Más allá del deseo tan natural de querer alargar el abrazo, no hay acto de amor más generoso que desearle un buen viaje y abrir la mano y dejarlo ir.

jueves, 2 de enero de 2014

Apuntes de librería (II)


La señora me sonríe todo el rato mientras me dice algo en ruso a toda prisa. Bueno, creo que es ruso porque escucho dos palabras que conozco: niet y russki.

También escucho Pirineos, aunque no pondría la mano en el fuego.

Habla a toda velocidad. Le digo en español que no la entiendo. Se lo digo en inglés. Ella agita la cabeza con sorpresa, como si estuviéramos en una librería en Moscú y yo no pintase nada allí.

Oh. Creo que me ha hecho una pregunta. Alzo las palmas de las manos al aire, en un gesto universal (espero) que pretende decir: ni idea. No tengo ni idea de lo que me está usted diciendo.

Entonces ella ralentiza su discurso. Abre los ojos enfáticamente y gesticula mucho y casi se lo agradezco. Se lo agradezco tanto que casi la entiendo. 

Es inevitable que se marche al cabo de un par de intentos más, infructuosos y divertidos.

Quizá buscaba un libro en ruso sobre los Pirineos. Me quedaré con la duda y eso es lo que me fastidia. Y llego a la conclusión de que me gusta aprender idiomas no por un abstracto amor al conocimiento, sino por un gigantesco deseo de inmiscuirme en la vida de los demás. Así de simple, así de razonable.