The wee small hours
A las cinco y media de la mañana todo está oscuro más allá de mi habitación y el mundo permanece detenido, a la espera de que alguien baje la aguja del tocadiscos. Qué hostil y qué hermosamente desnuda se muestra la realidad a esa hora. Es extraño el universo, tan inmensamente pendiente de sí mismo.
Mientras espero el autobús se va desvaneciendo el sueño, vuelvo sin darme cuenta a la piel en que me encontraba apenas unas horas antes, negligente, distraída.
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