viernes, 15 de noviembre de 2013

Conversaciones con Olga (II)


Hace unos días Olga me dijo algo así como:

¿Qué puedes hacer cuando tienes una bala muy cerca del corazón? Te aterra moverte y que pueda matarte en un instante. En todo caso, está ahí. ¿Qué haces con ella?

No estoy citando. No lo recuerdo exactamente. Pero esa era la idea.

Me pareció una imagen muy hermosa y todavía ahora me sobrecoge, y todavía ahora pienso en ello. No tuve respuesta para semejante pregunta. Es una pregunta inmensa, mucho más grande que yo, y no sé si alguien puede encontrar una solución al problema.

Sólo se me ocurre pensar que, efectivamente, quien más, quien menos, todos tenemos alguna bala junto al corazón que amenaza nuestra vida o nuestra cordura. Saber que está ahí es bueno, en mi opinión, porque fingir que no pasa nada es uno de los males de nuestro tiempo: el postureo emocional seguramente deja más víctimas a su paso que las balas directas al corazón.

La bala va contigo, molesta a veces, en otras ocasiones te recuerda que estuviste allí, que sucedió realmente; la bala eres tú doliéndote por dentro pero también es lo que has aprendido del dolor. Y siempre se aprende algo. 

2 comentarios:

  1. A la herida que no sana hay que cauterizarla...redefinir la historia, encontrar un buen narrador que nos la cuente con otros paisajes, quitarle al gato con botas el sombrero y calzarnos las botas de las mil leguas...pero nunca estar de vuelta de todo.

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  2. Me encanta la idea del narrador que nos ayude a recontar la historia y sobre todo calzarnos las botas de siete leguas. Y, por supuesto, si estás de vuelta es que te estás perdiendo el viaje :)

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