lunes, 28 de abril de 2014

Conversaciones ajenas


Voy en el tren temprano, camino de la librería. Es domingo y el vagón está lleno de familias y grupos de amigos que van camino de algún lugar divertido donde pasar el día. A mi lado se sienta una pareja con su hija pequeña, de unos seis años más o menos. La niña está sentada a mi lado y sus padres frente a ella y a mí. 

He visto con el rabillo del ojo que mueve con pereza los pies que le cuelgan del asiento, delante y atrás, delante y atrás, como un columpio que se mueve por inercia. El reflejo del cristal me da la imagen de una niña tranquila y pensativa.

Pasamos por un puente bajo el que se ve una carretera con poco tráfico en ese momento. La madre comenta distraída, en voz alta:

- Mira, por ahí se va a Faunia.

La niña ni siquiera levanta la cabeza. Parece mucho más sensata que cualquiera de los adultos que allí nos encontramos.

- Mamá, Faunia no existe.


2 comentarios:

  1. Grande esa niña. A sus seis años ya sabe lo que se cuece. ¿Y sabes por qué? Porque es PERSONAAA
    :)

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  2. jajajajaja!
    Cllllaro que es PERSONAAA, no habrá quien le corte el paso a esa niña con la manguera.
    :))

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