jueves, 10 de abril de 2014

Olympe de Gouges, 1791


Olympe de Gouges se sintió al principio esperanzada ante las posibilidades de liberación e igualdad que la Revolución Francesa prometía, pero pronto se dio cuenta de que el régimen de terror que conllevaba la puesta en práctica de los presupuestos más radicales no le convencía en absoluto. Se vinculó al grupo federalista moderado de los girondinos y en teoría esta fue la causa por la que fue guillotinada en noviembre de 1793.

Digo en teoría porque de Gouges fue una personalidad molesta que incomodó al régimen no sólo por su oposición a la política del terror, sino también por sus aportaciones a la causa en favor de los derechos de las mujeres. 

En 1791 escribió La declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, documento que rebosa entusiasmo y deseo de hacer justicia a todas las mujeres que, en virtud de su sexo, quedaban excluidas de los derechos que la condición de ciudadano aseguraba a sus poseedores.

Me gusta el tono épico con el que da comienzo al documento:

Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta; por lo menos no le privarás de ese derecho. Dime, ¿qué te da imperio para oprimir a mi sexo? (...)

El artículo décimo de la declaración es tan rotundo como poético, y parece encerrar en su reivindicación la clave misma de su propia suerte. 

(...) La mujer tiene el derecho a subir al cadalso; debe tener igualmente el de subir a la Tribuna (...)

Olympe de Gouges es otro referente del feminismo clásico que se nos roba de continuo, generación tras generación, erosionada su figura por el paso del tiempo y el olvido intencionado de quienes escriben y reescriben la historia según un criterio muy particular que determina, unilateralmente, qué hechos son importantes históricamente y quiénes fueron sus actores. 


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