lunes, 7 de julio de 2014

Conversaciones con Vero (II)


Soñó que yo preparaba una sopa de marisco con medusas. También hice una salsa especial para el pollo que tenía la capacidad mágica de destapar infidelidades. 

La recuerdo mirando por la ventana durante las clases de latín de bachillerato. Amparo le hacía entonces alguna pregunta y ella siempre acababa haciéndonos reír con su despiste congénito. Conozco bien esa mirada de cuando la hemos perdido para el mundo y entonces me toca hacer que baje a la tierra un rato más: 

- Vero, ¿me estás escuchando?

Y ella dice que sí. Y a veces efectivamente me estaba escuchando.

Yo soñé una vez que ella estaba dentro de un tractor en mitad de un campo de cultivo. Le quedaba poco tiempo de vida. Su familia la había abandonado, me decía, y yo apenas podía controlar mi angustia. Quería sacarla de allí y llevarla a un hospital, pero estaba tan resignada y tan feliz, en aquel viejo tractor oxidado, que también yo me resigné y la dejé a su suerte.

Somos un largo viaje a Ítaca la una para la otra; nos encontramos en perpetua ruta circular que siempre nos acaban devolviendo al puerto feliz de la adolescencia, guardacantón de nuestra amistad estupefaciente.

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