Esta luz de otoño, un poco oblicua y muy brillante, se agotará en unas pocas semanas y será como si nunca hubiera existido. A mí me gustaría poder atrapar el fresquito de las primeras horas del día y del atardecer, poder reclamarlo durante el resto del año para salir a correr sin morirme de frío ni asarme de calor.
Hay una fragilidad vibrante en el aire que se ve y se respira, sobre todo en el campo. Va a ser tan fugaz que ya es como si me la hubiese inventado.
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