lunes, 24 de febrero de 2014

Conversaciones con Laura


Salimos del teatro borrachas de palabras, con las manos todavía entumecidas de tanto aplaudir. Se nos fueron muchas calles recordando fragmentos en voz alta, riendo con esa risa frenopática que sale del cuerpo cuando se ha estado durante mucho rato muy atenta, con el corazón apretadísimo dentro del pecho:

Ah, ¡triste de ti! ¡Cómo podrías haber sido recordado! ¡Y, en cambio, cómo serás recordado ahora!

Luego llegaron las cañas por Lavapiés y los brindis sucesivos. En el bar empezaron a sonar canciones de Nino Bravo y yo, sinceramente, me vine arriba. Esas canciones estaban incluidas en un viejo disco de vinilo que, a unos pocos kilómetros de distancia, Laura y yo teníamos en común cuando apenas levantábamos un palmo del suelo y aún faltaban décadas para que nos conociéramos: ella en Vallecas, en el salón de su casa, impresa su imagen para siempre en las fotografías que le hicieron sus padres cuando decidieron cortarle el pelo a ella y a sus hermanas; yo en Villaverde, jugando con mis frutas de plástico en la bañera de color verde Olivetti, pidiéndole a mi madre que dejase la puerta abierta para escuchar mejor aquella voz de caverna infinita.

Nino Bravo- La puerta del amor (1972)


2 comentarios:

  1. Y si a todo esto le sumamos un bar llamado Miau, ¿qué más se puede pedir?
    Maldita Hécuba y benditos bares...
    :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. =D

      http://31.media.tumblr.com/tumblr_m4zc1fMLux1rwcc6bo1_500.gif

      Eliminar