viernes, 13 de diciembre de 2013

'Ασε με εδώ


Empieza un nuevo año en apenas dos semanas y el balance del que se termina es para mí bastante positivo. 

Tengo un propósito para 2014 que me persigue desde hace ya años: aprender a bailar boleros y swing, aunque sólo sea unos pocos pasos básicos. No deja de ser curioso que este año haya aprendido a hacer cosas tan dispares como nadar o conducir y no haya buscado esas clases que, esta vez sí, de 2014 no pasan.

Ha sido un año muy intenso, muy hacia dentro y paradójicamente muy hacia fuera también, pero de un modo distinto a como acostumbraba. Hay una canción increíble de Pavlos Pavlidis, 'Ασε με εδώ, que he descubierto hace poco y con la que me identifico plenamente. Me identifico con mi interpretación de la canción, claro, que por supuesto no es universal y puede significar algo totalmente distinto para otras personas.

A mí me parece que en ella habla del proceso de curación de una herida profunda, una herida que ha estado muchos años falsamente olvidada dentro del cuerpo. Este tipo de heridas no resultan obvias, no consisten en un solo hecho aislado, a veces la introspección necesaria para averiguar qué es lo que de verdad nos pasa es profundamente dolorosa y lleva tiempo y requiere de mucha voluntad.


Merece la pena iniciar el viaje. Ojalá hubiera sabido ponerme en camino hace muchos años, pero desde luego los momentos adecuados no pueden forzarse. He descubierto que gran parte de las cosas que me han pasado en los últimos años no eran sino reflejos de la relación que tenía conmigo misma. Quizá suena muy new age, pero qué puedo decir si es lo que veo ahora con toda claridad, delante de mí, como una verdad grabada en piedra.




Pavlos Pavlidis

'Ασε με εδώ


Déjame aquí


Sólo una vez, durante un momento,
giras la cabeza y miras ahí,
la gente acaba de empezar
una fiesta desquiciada: pasión y locura.
Tú apagas la vela una vez más,
cierras las alas y agachas la cabeza.

Hasta que una mañana te despiertas y observas
el espejo hecho añicos
y no consigues recordar
por qué ayer lo destrozaste, y te desplomas
en el suelo sin aliento, 
sin saber realmente quién lo ha roto.

Un día, de repente, la vieja herida
que habías escondido durante años se destapa,
y te preguntas cómo es que ahora oyes
ruiseñores en esta ciudad, pues 
ahí donde te escondías han tardado años
en llegar alegrías y tristezas.

Un día, simplemente, un pequeño
rayo de luz que flota ahí arriba
es suficiente: poco a poco
empiezas a respirar.

Déjame aquí: desde este lugar profundo
me gusta verte flotar.

                              
                                                                        Letra y música: Pavlos Pavlidis

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