viernes, 31 de enero de 2014

Rebelión en la granja


Chipi me envió por correo un librito pequeño de tamaño pero enorme en contenido: Rebelión en la granja, de Orwell. La particularidad del regalo reside en el hecho de que está en griego. De esta manera, espera mi amiga, podré practicar un poco ahora que ella no está aquí para darme palique en su lengua materna.

Sólo la introducción de Orwell es ya un tesoro en sí misma. Admiro de él que se diera cuenta tan pronto de que el paraíso soviético no era precisamente lo que se dice paradisíaco, sino totalitario, y admiro que tuviera la valentía de decirlo alto y claro. Él creía en el socialismo, en el progreso y en la dignidad y derechos de todos los seres humanos. Asevera en el prólogo, y cito textualmente:

(...) de este modo he creído durante los últimos diez años que, si queremos un verdadero resurgimiento del Movimiento Socialista, es necesario que el mito soviético se venga abajo.

Vivimos ahora momentos convulsos en los que la izquierda tiene la oportunidad de preguntarse a dónde quiere ir y cuánto se ha desviado de su objetivo en los últimos tiempos, ya sea por fragmentación ideológica, por pasividad o por simple asimilación al modelo imperante. Hacen mucha falta voces como la de Orwell, que no se dejaba llevar por romanticismos utópicos y no aceptaba la idea de que el fin justifica los medios. Hace falta, en fin, que digamos de una vez por todas que el emperador está desnudo, que no aceptemos más dogmas de fe cualquiera que sea su procedencia.




Rebelión en la granja, de George Orwell

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